Por José Luís Angulo.

Dicen los que saben de esto, que a menudo la realidad supera la ficción, y eso mismo debió pensar Vasili Peskov, por cierto, una pena que solo tengamos un único libro de este autor ruso traducido al castellano, cuando se encontró la historia de la familia Lykov y que ha sabido trasladar magistralmente en el libro Los viejos creyentes, traducido por Marta Sanchez-Nieves y publicado por Impedimenta.

La increíble y” robinsoniana” historia de esta familia es sin duda digna de ser contada, parece de esas viejas leyendas que se narraban al calor de un fuego. Hace muchos, muchos años, en una región montañosa y poco accesible, vivía una familia que se había mantenida oculta en las montañas por más de cuarenta años.  En 1978 fueron descubiertos por un piloto ruso que sobrevolaba esa inhóspita región de la taiga siberiana, allá donde las montañas del Altai se encuentran con la cordillera del Saian. Para comprobar la certeza del descubrimiento un grupo de científicos fueron lanzados en paracaídas allá donde el piloto había indicado, la sorpresa fue mayúscula, una familia vivía de forma milagrosa en una sencilla cabaña en aquel inhóspito paramo donde las temperaturas invernales pueden alcanzar los 50º bajo cero.

Pero quienes eran los Lykov y que hacían allí, alejados de la civilización.

Resulta que a comienzos del siglo XVII se produjo una escisión en la Iglesia Ortodoxa Rusa, uno de los grupos, denominados “los viejos creyentes”, predicaban el abandono voluntario de la vida pública como salvación ante el anticristo, personificado en la figura del zar Pedro El Grande. Los padres de Karp Lykov, el patriarca de la familia encontrada, eran descendientes de aquellos viejos creyentes y habían llegado a estas tierras huyendo de las cruentas persecuciones. Se asentaron cerca de Tishi, a 150 kilómetros de Abaza, pero la tranquilidad de los primeros años se vio alterada y poco a poco tuvieron que irse alejando hasta encontrar un lugar donde poder apartarse del mundo. Y como se decía en aquel famoso concurso televisivo, “hasta aquí puedo contar”.

La historia y la forma de sobrevivir en un clima tan duro para el ser humano, en lucha constante con la naturaleza y además mantener una fe inquebrantable y conservar unos preceptos y ritos religiosos ya olvidados es digna de leerse.

Como si de una novela de aventuras se tratara, vamos descubriendo página a página, este inmenso y despoblado territorio, la forma de obtener fuego de estos supervivientes, que comían, como vestían, la personalidad de cada uno de los miembros de la familia Lykov, y como afecto a su vida el ser descubiertos. Felicito a la editorial Impedimenta por traernos esta épica historia real y también por descubrirnos al afamado escritor ruso Vasili Peskov, viajero infatigable, gran amante de la naturaleza en estado puro y que lamentablemente falleció hace casi una década. Ojalá se animen a publicar en el futuro alguno de sus otros libros.