Por Jose Luis Angulo.

Los motivos o pretextos para emprender un viaje son infinitos. Cada persona posiblemente tendrá el suyo y sino que se lo pregunten a Sophy Roberts autora del libro, Los últimos pianos de Siberia editado por Seix Barral.

Conozco bien el extenso territorio siberiano, he viajado por allí en diversas ocasiones, lo he hecho en coche, en tren y en moto, he padecido las inclemencias meteorológicas ya que mis viajes se han desarrollado en las cuatro estaciones del año y a pesar de lo duro que suele ser viajar por aquella, antaño dramática geografía, me encanta recorrer ese legendario territorio. Por eso cuando me enteré que la autora de este libro se lanzó a recorrer Siberia durante 3 años en busca de antiguos pianos, me pareció una manera muy interesante, novedosa y original de emprender un viaje y desde luego estoy seguro que nada fácil.

Confieso mi nulo interés musical por este instrumento y mi absoluto desconocimiento de todo lo relacionado con él, pero y ahí la grandeza de esta escritora que consigue capitulo tras capitulo ir despertando mi curiosidad. En el libro hay Historia, historias, ensayo y literatura de viajes. Es un abigarrado y fascinante puzzle que hace las delicias de un lector curioso como yo. 

Siberia, ese lugar casi infinito que abarca la onceava parte de la superficie continental del planeta y que es más ancha que Australia, es para muchos sinónimo de muerte, exilio, sufrimiento y de campos de trabajo pero también fue durante los siglos XIX y XX un lugar propicio para que numerosos pianos viajaran miles de kilómetros por aquellos recónditos parajes donde había una población culta y amante de la música.

Eso es lo que nos cuenta con maestría Sophy Roberts. De su mano me entero que fue el húngaro Franz Liszt el que en 1.840 consiguió enamorar a los rusos de los acordes del piano, que Irkutsk se convirtió en la Paris de Siberia, que muchos de los desterrados políticos fueron individuos de un elevado nivel cultural, que siberiano fue, Dimitri Girev, capataz de perros de Robert Scott y que participo en el intento del explorador británico por conquistar el Polo Sur, del cruento final del zar Nicolas II y de toda su familia y que a la postre significo el final del Imperio ruso y el inicio del Estado soviético, de los Viejos Creyentes, una escisión de la Iglesia ortodoxa rusa que se separó de los dictados de Moscú a mediados del siglo XVII, que en 1.917 se editó el primer disco de jazz en Estados Unidos y tan solo cuatro años después el jazz llego a Siberia desarrollando un estilo único, viajaremos por territorios tan inhóspitos e inexplorados como Kamchatka, las islas Kuriles, o Sajalin. Estas y otras muchas historias que van apareciendo en el libro tienen un nexo común y ese no es otro que los pianos.

Tal como afirma la autora del libro: “Esta tierra está salpicada de pianos: humildes verticales, de fabricación soviética y también instrumentos de importación más modernos.” “Lo más notable son los pianos que datan de los años de máximo apogeo de la pianomanía, bajo el imperio, en el siglo XIX. Símbolos perdidos de la cultura occidental en territorio asiático, estos instrumentos arribaron a Siberia trayendo consigo las melodías de los salones musicales europeos, muy lejos del contexto cultural de su cuna. El modo en que estos instrumentos llegaron a esta tierra salvaje es, para empezar una prueba de fuerza de voluntad por parte de gobernadores, desterrados y aventureros”

La historia de estos pianos es la historia de la colonización siberiana por los rusos. Y por ello la autora se lanza, como si de una detective se tratara, a recorrer miles de kilómetros desde los Urales al Pacifico en la búsqueda de estos preciados instrumentos musicales.

El primer viaje a Siberia lo realizo en 2015 para cumplir con el encargo de un musico mongol que le propuso encontrar uno de los pianos perdidos de Siberia, luego vendrían otros viajes y otros pianos.

Y como decía aquel famoso concurso televisivo, hasta ahí puedo contar, el resto tendréis que descubrirlo vosotros leyendo este apasionante libro que os trasladara a la lejana, apasionante y desconocida Siberia.