Por Jose Luis Angulo.

La primera vez que oí hablar de la ayahuasca fue en un documental emitido por T.V.E. en octubre de 1.985, lo dirigía Alberto Oliveras, la serie se llamaba La Aventura Humana y el capítulo sobre el alucinógeno se titulaba «La soga del muerto».

Quien me iba a decir a mí en aquel momento, que meses más tarde, en agosto de 1.986, estaría en Iquitos, la capital de la Amazonia peruana tomando precisamente aquella sustancia. Pero que nadie se asuste, no caí en la droga, tan solo participe en una experiencia dirigida por un reconocido chaman que además me lo había recomendado un misionero español.

Con un chamán dogba.

Desde entonces he ido adquiriendo diferentes libros sobre los alucinógenos en general y sobre la ayahuasca en particular, y aunque en este blog comento libros de viaje, en esta ocasión no lo es exactamente, es un placer para mi recomendar, La serpiente cósmica. La alucinante historia de la ayahuasca, el ADN y el origen del conocimiento de Jeremy Narby, publicado o mejor dicho rescatado, por Errata Naturae, ya que este libro es desde hace muchos años un clásico, un libro de culto, y si bien es cierto que ya se había publicado en español por alguna editorial peruana es la primera vez que se edita en nuestro país, y ya lo dice el refrán: “Mas vale tarde que nunca”.

En la primera parte del libro, el autor canadiense que es doctor en antropología, nos cuenta el viaje que el mismo realizo en 1.985 con tan solo 25 años, por el territorio asháninca en la Amazonia peruana. Desde las primeras líneas del libro me sentí identificado con el autor y me hizo recordar momentos muy especiales vividos por mí en aquel ya lejano viaje.

Jeremy Narby nos confiesa, que un chamán le dijo: “Bebiendo ayahuasca uno aprende cosas”, es un todo un decálogo de intenciones por parte del autor que más tarde nos describe la bebida alucinógena, también nos contara sobre la riqueza de la selva en lo que a plantas se refiere, la amazonia contiene más de la mitad de plantas que existen en el mundo, y también, y no podía faltar, nos cuenta sobre los chamanes, esos hombres que son a la vez médicos, farmacólogos, psicoterapeutas, sociólogos, filósofos y astrólogos.

El libro está lleno de referencias de otros libros y de autores como Castaneda, Richard Evans Schultes, Levi Strauss, Mircea Eliade o Luis Eduardo Luna entre otros, todos ellos pesos pesados en esta materia.

También un chamán le contó al autor que “la madre de la ayahuasca es una serpiente” y por lo tanto en la segunda parte del libro se nos muestra la gran importancia y simbología que tiene este animal en todas las culturas desde hace miles de años y porque esta asociada con el conocimiento chamánico.

La última parte del libro, quizás la más compleja, pero a la vez muy interesante por la novedosa tesis, es cuando el autor nos habla del ADN, ese que hoy sabemos que todo ser vivo contiene. ¿Pero qué relación existe entre la ayahuasca y el ADN? Pues según el autor parece que hay una relación directa entre las serpientes entrelazadas que ven en sus visiones los chamanes y la doble hélice del ADN que la ciencia descubrió en 1.953. Chamanismo y biología molecular parecen estar mucho más cerca de lo que podíamos imaginar. El conocimiento y el culto a la serpiente ha estado ligado desde la Antigüedad al arte de curar, ya sabemos por ejemplo que el símbolo de las farmacias es una serpiente enroscada en una copa. El conocimiento que tiene estos chamanes de las plantas que les rodean tienen mucho que ver con las interacciones bioquímicas y moleculares. Lo que los científicos descubrieron en los laboratorios a través de arduos estudios y muchas horas mirando por los microscopios parece que los chamanes lo conocían desde hace mucho tiempo gracias al lenguaje sagrado de las plantas, ese lenguaje que solo es posible conocer tras la ingesta de la planta alucinógena y el estado alterado de conciencia que se logra. El autor lanza su hipótesis y obviamente cada uno es libre de creer o no en ella, pero lo que ya nadie puede discutir hoy en día, es el gran conocimiento que tienen los pueblos indígenas sobre la botánica y la biodiversidad, de hecho el 74% de los medicamentos de origen vegetal comercializados por los laboratorios han sido descubiertos por pueblos indígenas.

Y por último, y por acabar con un cierto regustillo viajero, no está de más conocer que algunos de los componentes de la generación beat, aquellos jóvenes poetas norteamericanos, como Allen Ginsberg o William Burroughs, emprendieron largos viajes convirtiéndose en nómadas, viajeros y buscadores de conocimiento y que en esa larga búsqueda también ellos probaron la ayahuasca. Por cierto, recomiendo leer la primera página del libro: “Así hemos hecho este libro” con detenimiento, es todo un decálogo de Errata Naturae. Enhorabuena.