La ruta Joyce es un cuaderno de viaje, el recorrido por las ciudades que visitó Alfonso Zapico tras los pasos de James Joyce en su arduo proceso de documentación e investigación, que permitiría la realización de la novela gráfica Dublinés (Astiberri, 2011) –por la que ha logrado el Premio Nacional del Cómic 2012 promovido por el Ministerio de Cultura–, así como por otras urbes que visitó el dibujante asturiano y que fueron decisivas en el proceso de creación de la obra sobre el genial escritor irlandés.

Así, asistimos a las más diversas peripecias que le llevaron a Zapico por Dublín, Trieste, París y Zúrich –las cuatro ciudades más importantes en la vida de Joyce–. En esas cuatro etapas de la ruta tras los pasos del escritor del Ulises, se intercalan otros tantos episodios “más cortos, pero importantes en la estructura y la gestación del proyecto”, precisa Alfonso Zapico, que le llevan a la localidad francesa de Angoulême, donde se realizó buena parte de la novela gráfica.

Como ya se ha dicho, durante la obra nos vamos de viaje a cuatro ciudades que van ligadas a la obra de James Joyce. Se trata de Dublín, Trieste, París y Zurich. Por lo tanto nos encontramos en un viaje literario gracias al cómic y  nos recrea cuatro ciudades legendarias de la vieja Europa.

Cuatro ciudades opuestas que fueron parte inseparable de la vida y obra de James Joyce. El libro se va desarrollando a través del viaje de  Alfonso Zapico y va enlazando recuerdos de la vida de Joyce. Por lo tanto el libro nos lleva de viaje para ir  recreando espacios, momentos, lugares, curiosidades  y personas de las estancias  en estas cuatro ciuadades:

  • Dublín con sus pubs, sus cerveza, sus museos, el Trinity Collegue, su legendario río y su incesante lluvia que nos recuerda siempre de donde viene Joyce. Una ciudad donde el autor es considerado parte de la ciudad y de la propia idosincrasia irlandesa.
  • Trieste con su pasado cosmopolita venido a menos y con ese cruce de caminos que marca un punto extraño entre la latinidad de Italia y el imperio austro húngaro. Una ciudad que mira de reojo a Viena, pero  también a los Balcanes y a Roma.
  • La eterna París con su chauvinimos constante y esa belleza atemporal de lugares míticos como los Campos Eliseos, la Torre Eiffel, el Sena, Notre Dame y esas viejas librerías como la famosa Shakespeare and Company.
  • Y para finalizar una estancia en Zurich, hoy esa bella ciudad suiza poco tiene de acogedora de refugiados de guerras y brilla con letras de oro y corrupción como una  capital financiera del dinero,  que obviamente lo es de la especulación y el blanqueo de capitales.

Por todas esas ciudades viajamos en el cómic, lo hacemos con Alfonso Zapico y su experiencia. Un viaje es la excusa perfecta para crear un fantástico cómic para ir tras las huellas de uno de los grandes genios de la Literatura Universal: James Joyce y su inigualable talento.

La ruta Joyce presenta un tono desenfadado y fluido, salpicado con gran cantidad de anécdotas curiosas e incluso inesperadas: “En el pub donde van los profesores del Instituto Cervantes de Dublín nos encontramos tomando pintas como si nada a Enda Kenny, el primer ministro de la República”, apunta Zapico. O bien, al volver a la localidad francesa de Angoulême de un viaje a Trieste, cuando se encuentra una carta de David Norris, “el senador joyceano al que le había enviado un ejemplar, donde me decía que estaba inmerso en la campaña electoral en la que se presentaba a presidente de la República, pero que se quería leer el álbum y contarme cosas… ¡Todo muy joyceano!”, apostilla divertido.

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