Por José Luís Angulo.

Motivos para emprender un viaje hay tantos como personas, obviamente todos son validos y sino que se lo digan a Raynor Winn, autora de El sendero de la sal, que a principios de agosto del 2.013 decidió emprender, junto a su esposo Moth un largo paseo a pie de más de 1.000 kilómetros por el Sendero de la Costa Sudoeste en Inglaterra, desde Mineheaden en Somerset hasta Poole en Dorset.

¿Y que les impulso a iniciar tan ardua aventura a dos personas que hasta ese momento no se podían considerar “andarines“?

Pues un tremendo golpe que les llego de sopetón. Hasta entonces, el matrimonio llevaba una vida tranquila, vivián en una granja que ellos mismos habían arreglado y no tenían grandes problemas. Pero tras un largo litigio de más de tres años de duración un tribunal les embargo su hogar. Una mala inversión y sobre todo no haber presentado las pruebas requeridas a su debido tiempo hicieron que un juez dictara una sentencia inapelable. En menos de 7 días debían abandonar la que hasta entonces había sido su hogar. Y ya se sabe, las desgracias nunca vienen solas, así que por si todo esto no fuera suficiente a Moth le diagnosticaron degeneración corticobasal, una enfermedad incurable que acabaría en poco tiempo con su vida. No había nada que se pudiera hacer.

Ante estos tremendos mazazos tomaron una decisión. “Necesitamos encontrar otro sitio al que llamar hogar” y el lugar elegido fue el Sendero de la Costa Sudeste. No les quedaba nada. Lo habían perdido todo. Hacer un largo recorrido caminado juntos, les pareció una buena idea.

Algunos preparativos y en pocos días se convierten en mochileros, aunque algunos a lo largo de su lento peregrinar les consideren vagabundos y holgazanes.

Al recorrer El Sendero de la Costa, que por cierto lo crearon los guardacostas para poder vigilar cada una de las calas y bahías donde merodeaban los contrabandistas, se ven obligados a cruzar colinas, acantilados, ríos, bosques, playas solitarias y acampar al aire libre o en su minúscula tienda. Su depauperada economía no les da para muchos lujos. Comerse un simple pastel de carne se convierte en un maravilloso tesoro. Nunca en este duro periplo les abandonara el sentido del humor.

La caminata tal como afirma la escritora británica:” Se había convertido en una forma de meditación, en un vacío mental donde solo había espacio para el viento salino, el polvo y la luz”.

El médico le había recomendado a Moth: “No te canses ni camines mucho y ten cuidado con las escaleras. No cargues mucho peso ni hagas planes a largo plazo”. Así que el día a día se convierte en el mejor plan. Apreciaban y valoraban lo que tenían…….y seguían caminando. “Quedarse quieto es lo que hace que la gente se hunda”.

El libro esta escrito de una forma sincera, sin artificios ni frases grandilocuentes, la autora no las necesita. Su historia es tan potente que quizás sea su corazón más que su mente la que le va dictando este maravilloso libro, todo un compendio de entrega, cariño, amor y superación.

Al final del libro la autora reflexiona: “el no tener hogar ni posesiones materiales me había dejado como una página en blanco al final de un libro parcialmente escrito. Me tocaba elegir, dejar esa página en blanco o seguir escribiendo la historia con esperanza. Elegí la esperanza “.