Por José Luís Angulo.

Fue el escritor norteamericano Peter Matthiessen quién con su excelente libro El leopardo de las nieves, publicado por Siruela, me descubrió a principio de los años 90 ese legendario animal. Hasta ese momento confieso que no había tenido ningún interés especial por aquel indómito felino que vive en las altas montañas de Asia Central y Tíbet. Pero fue a partir de aquella lectura cuando comencé a interesarme por él.

Mas allá de sus costumbres averigüe entre otras cosas, que la más alta condecoración para los alpinistas soviéticos en la época de la URSS, se denominaba “El leopardo de las nieves” y solo se concedía a aquellos montañeros que habían ascendido los cinco picos más altos del imperio, el Lenin, Comunismo, Pobeda, Khan Tengri y el Korzheneuskaya. Compre en diferentes países, libros, colecciones de sellos, tallas de madera y un sinfín de objetos relacionados con el escurridizo animal. Sin convertirse en algo obsesivo este legendario animal comenzó a estar muy presente en mis anhelos viajeros. Por eso la aparición del libro, El leopardo de las nieves o la promesa de lo invisible de Vincent Munier, editado de forma exquisita por Errata Naturae, una editorial referente en la denominada “escritura de naturaleza” ha sido algo que me ha llenado de alegría.

Vincent Munier es uno de los fotógrafos de naturaleza más importantes del mundo con innumerables premios que así lo avalan. Considera que “es imprescindible integrarse por completo en la naturaleza y experimentar lo mismo que el animal para crear una imagen que desvele su esencia”. Y gracias a esta premisa, fácil de llevar a cabo en lo teórico y seguro que mucho mas complicada en lo práctico, ha creado un libro con sugerentes y emotivos textos y preciosas fotografías en blanco y negro.

El libro relata cinco expediciones por la meseta tibetana en busca del leopardo de las nieves. La primera realizada en octubre de 2011 y la última en febrero de 2018.

Por las páginas del libro también desfilan otros animales como el drong o yak salvaje, el zorro del Tíbet, los lobos, el chirú o antílope tibetano, en grave peligro de extinción, los argalis, los sufridos y duros nómadas tibetanos, las duras condiciones climatológicas con fríos extremos a las que tuvo que enfrentarse el autor, alturas que le provocaron náuseas, vómitos y dolores de cabeza, pero Vincent Munier también nos describe el odioso acoso policial chino que sufren los tibetanos, nos cuenta leyendas como esa que describe al leopardo de las nieves como un animal medio terrestre medio acuático y que durante las noches de luna llena, la hembra se acerca a los ríos para copular con una nutria macho antes de volver a su montaña, y también nos presenta a sus guías locales y a los compañeros de viaje que le han acompañado en estas sufridas búsquedas.

Sylvain Tesson, conocido escritor francés, acompañante de una de estas expediciones nos describe a Munier, en el epilogo del libro con gran admiración, “el fotógrafo naturalista no divide el espacio, se instala en el tiempo”, “leía el paisaje igual que se descifra la página de un poema, igual que un musico estudia la partitura. Observaba las cornisas, las paredes, los recovecos y nos explica lo que podía acontecer”.

Como lector del libro confieso que el autor logra trasmitirme a través de sus fotos, el frio de las montañas, la emoción del rastreo, de la búsqueda, de la paciencia, de la espera, reconozco en esas imágenes el sufrimiento pasado, pero también la satisfacción de que cualquiera de esas cinco expediciones había merecido la pena.

Como colofón del libro, El ultimo refugio, un texto del propio Vincent Munier donde de forma introspectiva se formula a si mismo algunas preguntas de complicada respuesta. Personalmente estas últimas líneas, aquí un botón como muestra, “no existe el camino hacia la felicidad, la felicidad es el camino”, me dejaron un sabroso regustillo.