Por José Luis Angulo .

Quizás sea porque siempre hice, y los sigo haciendo, cuadernos-diarios de mis viajes, ahí voy reflejando jornada tras jornada, los paisajes, los encuentros, a veces también los desencuentros, las impresiones y las mil y una anécdotas que le suceden a uno cuando viaja con la mente y el corazón abiertos y dispuesto a observar lo que sucede alrededor;  quizás sea por eso, decía al principio, por lo que me gusta leer diarios de viaje de aventureros, exploradores, naturalistas, geógrafos o viajeros. Ahora, y tengo que felicitarles, Nórdica Libros, acaba de publicar de forma muy cuidada, “Diario de Misisipi” de John James Audubon. El libro, editado en tapa dura, con excelente papel, cuenta además con 64 ilustraciones del propio autor.

John James Audubon, nació francés, en el territorio del actual Haití y murió siendo norteamericano. Fue naturalista, artista, aventurero y un gran pionero de la ornitología y cuyo reto, que el mismo se marcó, fue pintar, al natural y en tamaño real, y catalogar todos los pájaros de Norteamérica allá por los principios del siglo XIX. Su obra, The birds of America, con 435 láminas, es la obra más completa y famosa de la ornitología mundial, su publicación se demoró durante 12 años debido a su complejidad. Hoy en día encontrar algún ejemplar del libro es casi tarea imposible, la última vez que se subastó un ejemplar fue en Christie´s de Nueva York y alcanzó la nada despreciable cifra de 8,8 millones de dólares.

El Diario del rio Misisipi, traducido por Lucía Barahona, es tan solo una mínima parte de la andadura vital de este insigne naturalista que recorrió el todavía incipiente país llamado Estados Unidos de cabo a rabo. El libro resume el viaje realizado, en esa arteria vital que es el rio Misisipi, entre mediados de octubre de 1.820 y finales de diciembre de 1.821. Por sus páginas van desfilando descripciones de las aves, algunas muy largas como la que hace del pelicano pardo, como cazarlas, cosa que asusta hoy en día a algunos puristas, pero no debemos olvidar a que años nos referimos y de que territorio, en muchos casi inexplorado, estamos hablando, de donde comprar los ejemplares que necesita pintar, de otros animales como un buen espécimen de serpiente de cascabel y también de sinceras declaraciones de intenciones. “Desde niño había tenido el desconcertante deseo de conocer mundo y, en particular, de adquirir un verdadero conocimiento de las aves de Norteamérica.” “Después de poseer una cantidad relativamente importante de dibujos que por lo general habían causado admiración, concluí que tal vez mi mejor opción era viajar y terminar mi colección, o completarla todo lo posible de modo que se convirtiera en una valiosa colección.” El bueno de Audubon también sabe trasmitirnos las emociones que le brinda la naturaleza. “Me entristezco a diario, cuando el día se oscurece” o “lamentamos dejar los bosques, fue doloroso, pues en ellos siempre había disfrutado de la paz y el dulce placer de admirar la grandeza del Creador en sus incomparables obras.” “Vadeando un rio me he adentrado en el bosque. La vegetación superaba mis expectativas. He visto algunas plantas en flor muy hermosas y he lamentado haber enviado a casa mis dibujos.”.

Este periplo no fue desde luego un viaje de placer y también nos cuenta al final del libro su labor como retratista y como tiene que dar clases de dibujo, música, baile y aritmética para conseguir dinero.

Este libro nos pone los dientes largos sobre la azarosa vida de su autor y ojalá en un futuro no muy lejano alguna editorial coja el testigo y se anime a publicar su entretenida y aventurera biografía.

Por cierto Norma Editorial, publicó en 2017 el comic, “Sobre las alas del mundo, Audubon”, de Fabien Grolleau y Jeremie Royer y traducido por David Dominguez y que tal como sus autores confiesan: “ Nuestra historia se inspira en su vida, pero sobre todo en sus relatos, para hacer, también nosotros, una historia inventada que, esperemos, transmitirá más una personalidad que una verdadera historia.”