Por José Luís Angulo.

Confieso que a diferencia de Arantza Prádanos, autora del libro Bebida para señoritas. Crónicas caribeñas cargadas de ron,ron,ron….a mi si me gusta y mucho el ron. No soy gran amante de las bebidas alcohólicas, no me gusta el whisky, tampoco la ginebra, algo los tequilas añejos, pero el ron es otra cosa. Comparto totalmente la opinión de Otto Julio Flores de ron Barceló, “El infierno guarda un lugar especial para quienes estropean un buen ron y lo beben mezclado con cosas.”

En cambio, para Arantza, tal como ella misma nos detalla en la primera pagina del libro, su bebida preferida es el tequila, ese detalle no impide que la escritora nos lleve a través de las páginas de su libro por territorios donde el ron se convierte en mucho mas que una simple bebida.

De niño cuando leí La isla del tesoro de Stevenson me aprendí el estribillo, Quince hombres sobre el cofre del muerto ¡Yo-ho-ho!, ¡y una botella de ron!, este mantra a menudo lo repito mentalmente cuando doy el primer sorbo a un buen trago de ron. Para mi degustar esta ambarina bebida, rones añejos por supuesto, me lleva a recordar emocionantes singladuras sucedidas en lejanas geografías. El ron es sinónimo de viajes, aunque cuando lo esté degustando permanezca cómodamente sentado en mi hogar. Y eso es lo que hará Arantza Prádanos llevándonos de viaje por el Caribe para contarnos mil y una anécdotas de esa legendaria bebida que cuenta con mas de 8.000 años de antigüedad.

Nos trasladaremos a Barbados, Martinica, Dominica, Puerto Rico, República Dominicana y Cuba para conocer las centenarias destilerías como la de Mount Gay en Barbados o J.M. de Macouba en Martinica, o el ron agrícola de Martinica y Guadalupe que se destilan directamente del guarapo fresco en vez de hacerlo de la melaza habitual, también como España y Portugal, allá por el siglo XVII, prohibieron exportar bebidas alcohólicas de sus colonias, descubriremos el ron Macoucherie de Dominica que se vende en botellas de plástico y que es considerado una rareza entre los amantes del ron, o los exquisitos ron del Barrilito o el Don Q de Puerto Rico, aprenderemos que para elaborar un buen ron la tecnología, el arte, la intuición deben ir de la mano, que la destilación de la caña de azúcar se puede hacer de forma tradicional en alambiques o en columnas rectificadoras y que su almacenaje se debe hacer en barricas de madera de roble, americano o francés, mucho más caro este último, de cómo el ron paso a ser la bebida reglamentaria de la armada inglesa y que hasta 1.970 no se abolió esta costumbre, de las singularidades de las tres grandes familias de los rones caribeños nacidos de las tradiciones inglesas, francesas y españolas, pero también de historias no tan felices, como la relación que existe entre el ron y la esclavitud y que están por desgracia inexorablemente unidas, eran negros que fueron traídos a la fuerza desde África para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar y que se convirtieron en mano de obra barata, casi gratuita, por lo tanto “los negros hacían el trabajo duro y los amos bebían duro”, “los esclavos hacían el ron, y el ron hacia nuevos esclavos”

Pero en el libro además del ron se nos habla de historia, de geografía, como el Waitu Kubuli National Trail de Dominica, de escritores como Jean Rhys o de pintores como Wifredo Lans y como no de piratas, en este caso de los puertorriqueños Roberto Carlos Ramirez de Arellano o de Miguel Enríquez.

Arantza Prádanos nos prepara en su libro un excelente combinado compuesto de muchos y variados componentes que deberemos saborearlos relajadamente.

Y como hoy la cosa va de libros, de rones y de viajes, aquí va mi última recomendación, el excelente ron venezolano Reserva Exclusiva de Ron Diplomático, por cierto, la etiqueta de las botellas está dedicada a Juancho Nieto, un apasionado trotamundos y coleccionista de rones.

Y aquí lo dejo. A vuestra salud.