Por Jose Luis Angulo

A mediados del pasado mes de septiembre, se celebró la 80ª Feria del Libro de Madrid. El año anterior se suspendió por la dichosa pandemia y confieso que yo ya tenia “mono” de Feria. Pasear cada año por las casetas del Retiro de Madrid me permite saludar a viejos amigos, editores, libreros, autores y también como no, enterarme de algunas novedades que se me habían escapado. Este año además de todo esto, descubrí la editorial Libros del Zorro Rojo, me gusto su nombre y mucho mas algunos de los libros que han editado recientemente. La editorial, fundada en Barcelona en 2.004, está especializada en libros ilustrados, y como ellos mismos afirman: “Ilustrar significa crear una obra a través de la confluencia de dos lenguajes: la literatura y las bellas artes”, y os puedo asegurar que lo consiguen de una forma exquisita.

Ya conocéis queridos lectores, mi afición por todo tipo de cartografías, mapas, atlas y confieso que he quedado gratamente impactado por el Atlas de las Islas Imaginarias. El libro reúne nada menos que sesenta islas diferentes, creadas a su vez por sesenta ilustradores, que consideran, tal como afirma Chris Riddell en el prólogo: ”una isla, como un libro es un bello recipiente de perspectivas, observación y análisis”. El reto que recibieron los artistas fue: “imagina una isla”, y eso han hecho, han creado islas imaginarias y así página tras página, dibujo tras dibujo, nos permiten soñar a los lectores.

Desde niño, las islas me acompañaron en mis primeras lecturas, cuantas veces imagine que yo también podría sobrevivir en una isla desierta al igual que el insigne Robinson Crusoe creado por Daniel Defoe, Robert Louis Stevenson me hizo soñar con peligrosas travesías rodeado de piratas leyendo La isla del tesoro, Julio Verne me llevo a islas como Islandia para penetrar en el centro de la Tierra, o a la inhóspita y lejana Patagonia con su Faro del Fin del Mundo. Navegue también desde mi casa con Thor Heyerdhal hasta la remota isla de Pascua, el ombligo del mundo y también acompañe a los amotinados de la Bounty hasta la escondida isla de Pitcairn.

Ahora con este Atlas de las Islas imaginarias he navegado por Kaijuto, la isla de los monstruos, también la isla dodorado cuyo mapa se descubrió en una botella, la isla Northia, de la que no queda nadie vivo que le haya pisado, la isla Pellinki, un refugio para la inspiración y la creatividad, Hy Brasil o isla de la Tribu de los Dioses y otras muchas que han hecho que este largo periplo por un gigantesco archipiélago inexistente se haya convertido en horas de mucho disfrute.

Otro libro que también os quiero recomendar, de la misma editorial por supuesto, es Mapas del Mundo, que tal como afirma Antonis Antoniou en el prefacio del libro:” pretende ser un verdadero antídoto a la monotonía cartográfica y a la obsesión por la exactitud. Se trata de contar historias y de devolverle a la cartografía su condición de obra de arte”.

Los mapas de este Atlas son espacios para soñar, son mapas de autor, profundamente personales y todos ellos de autores contemporáneos. Los hay como los de la revista Monocle que muestra los mejores festivales de música del Mediterráneo, otros mapas están creados con palabras, otro, con el mapa literario de Londres donde se muestra los escenarios reales o imaginarios que aparecen en la literatura británica, el de rutas de tapas por los bares de Madrid, el de islas divididas por fronteras internacionales o ese otro que muestra los carriles bici y peatonales de algunas ciudades norteamericanas.

En este Mapas del Mundo los hay diversos, diferentes, enigmáticos, sugerentes, imaginativos y quizás al verlos detenidamente nos muestre el camino para que también cada uno de nosotros se anime a imaginar y crear mapas propios.

Y por último, y dirigido a los más pequeños de la casa, tenemos Ríos del Mundo de Volker Mehnert y Martin Haake.

Diecinueve ríos de los cinco continentes esperan a ser navegados con la ayuda de las muchas explicaciones y preciosas ilustraciones que aparecen en este libro, y quizás al igual que el gran escritor y marino Josep Conrad pongamos el dedo sobre alguno de estos ríos y exclamemos: “ Un día cuando sea mayor iré allí”